Susto y paz


Hace como tres semanas empecé a hacer ejercicio, solo caminata, necesitaba moverme, conectar desde cada paso dado, 20 minutos al principio y fui subiendo el ritmo y el tiempo de a poco, hasta lograr 55 minutos. 

El miércoles me sentí tan bien, que me aventuré con carreras cortitas, de un minuto, mezclado con mis tramos de caminar. El caso es que el miércoles en la noche me empezó a doler la pierna del lado donde vive Kidnecito. Estaba con un amigo en casa, tomando un té y yo sentía como el dolor iba abandonando su timidez para descararse, pero yo no le quería decir nada para no asustarlo (y asustarme), no quería que se fuera (porque no quería quedarme solita) y al mismo tiempo quería quedarme sola para correr a la cama a revisarme, ver y tocar el lado izquierdo, donde está mi cicatriz, para confirmar que no había cambio de temperatura, ni de color, ni de tamaño…

Fueron como dos horas y media de dolor, no quería ir al hospital, no tenía fiebre, no quería tomar analgésicos para detectar si había algún cambio en la sensación. Establecía diálogos intensos y amorosos con Kidnecito, con mi cuerpo, con la piel, con cada una de mis células, conmigo misma, inhalaba, exhalaba, y me repetía “no corro, no grito, no empujo”. Cuando Cuau llegó a casa, el dolor ya se había desvanecido casi completamente. Su teoría era que tenía que ver con la intensidad del ejercicio y no con el trasplante, me preguntaba si quería que fuéramos al hospital. Y yo le decía “please no, el viernes tenemos análisis y cita con nefrología”.

El jueves se me hizo inmenso, espesísimo. Y hoy a las 5 de la mañana ya estaba despierta para correr a los laboratorios e ir a mi cita. Me revisó el doctor, me dijo que todo se veía perfecto, me hizo levantarte, rotarme, de un lado del otro, y coincidió en que es muy probable que fuera una cosa muscular más que algo relacionado con el trasplante, pero que si había algo los resultados de los análisis lo dirían.

A las 5 de la tarde entré a la web para ver los resultados, todo perfecto, creatinina en .9, hemoglobina en ¡13! Calcio en 10. Es la primera vez que la hemoglobina está dentro del rango normal, la paz y la felicidad vinieron de la mano de estos números. Leo cada línea de los análisis como si fuera la carta de amor más perfecta que hubiese recibido. Me preparo un té verde perfumado para celebrar: su nombre “corazón tranquilo”. Así este día donde por ahora estoy en mi lugar feliz, a salvo de cualquier tormenta.

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